A pesar de los “cliches” nacionalistas y del esterotipo que las películas de la segunda guerra mundial han generado de Alemania y de los alemanes, es muy difícil hablar de una Alemania hasta hace relativamente poco tiempo.
En realidad, como se sabe los “alamanes” son un grupo étnico ubicado originalmente en el actual estado sureño de Baden Würtemberg y Suiza. Los romanos denominaron a todos los grupos étnicos existentes mas allá del río Rin y del Danubio como “germanos” (hermanos) porque entendían que hablaban la misma lengua (cosa que no era así) o bien, no hablaban la lengua de los romanos.
Esto significa que desde tiempos inmemoriales lo que llamamos Alemania es un conjunto de etnias diversas que ocuparon el centro de Europa provenientes de diversos lugares: Cáucaso, Escandinavia, este de Europa, antiguos celtas, romanos, etc. Al estar en un lugar central de Europa constituyeron asimismo el espacio de tránsito hacia otros territorios a conquistar (Italia en diversas regiones, España, Francia, etc.)
De ahí que encontramos dos características de los antiguos “alemanes”: procedencia multiétnica y gran movilidad.
Estos grupos una vez que se fueron asentando ya mas avanzada la edad media se constituyeron en principados y esos principados amalgamados formaron gran parte de los “Länder” (estados o provincias) de la actual Alemania.
De aquí surge un componente interesante que va a dejar un rasgo de índole cultural. A diferencia de otros países que se fueron configurando como una unidad central, en Alemania cada Estado o Provincia mantuvo su poder, su identidad propia y su cultura (entre ellos el lenguaje, que por cierto hoy se denominan dialectos pero que difieren sustancialmente de un punto a otro del país).
Este “federalismo” primitivo marcó a fuego un elemento “asociativo” que parece casi innato en la cultura alemana contemporánea. Dado que estamos cerca (no es un territorio tan extenso Alemania) y que cada territorio tiene su identidad y su historia, debemos colaborar, asociarnos y no luchar unos contra otros.
Obviamente que vino el tiempo de la unidad, como la mayoría de la conformación de los estados nacionales modernos. Luego de la guerra franco prusiana la astucia (hoy denominada Realpolitik) de Otto von Bismarck generó las condiciones para la unificación de esos territorios dispersos en el Imperio Alemán.
Es Prusia con su disciplina militar la que marcó el ritmo de la unificación en 1871.
Sabido es que cuando cae el Imperio, paralelo al surgimiento de los bolcheviques en Rusia, el temor era que el comunismo avanzara sobre el centro de Europa y ese temor marcó a fuego la historia ya conocida de las dos guerras mundiales.
Sobre ellas no vamos a profundizar, simplemente decir que Alemania fue protagonista principal de las dos guerras mundiales, pero también de la “guerra fría”. Es en el territorio alemán donde se definía la geopolítica del mundo bipolar que finalmente terminó con la caída del muro de Berlín.
Luego de la segunda guerra mundial Alemania comienza una recuperación asombrosa, fruto del apoyo de Estados Unidos para evitar el avance ruso, por un lado, y fruto de una capacidad de organización y laboriosidad únicas de la dirigencia y el pueblo alemán bajo la estructura económica que se denomino “economía social de mercado”.
Tanto mercado como sea posible y tanto estado como sea necesario.
Sin embargo, Alemania fue vetada de la participación internacional activa y recién se integró a la ONU en 1974. La misma conformación de la ONU a través de su Consejo de Seguridad aseguró el voto y el veto para las potencias triunfadoras de la segunda guerra, siendo éste actualmente uno de los puntos mas álgidos que los reformistas de la ONU enfatizan.